Como cada mañana, ella llegaba a su oficina, encendía su ordenador, buscaba de entre su monedas suelto para café y tras ser servido por aquella fría máquina, se disponía a seguir su ritual matutino.
En su mesa tenía una cajita que contenía dos dados. Las reglas del juego eran muy sencillas.
-Si sale menor o igual que 6, hoy el día me regalará buenos momentos –pensaba ella
-Si sale mayor que 6, habrá que resignarse –suspiraba mientras miraba atentamente los dados
Excitada y asustada se sentía preparada para lanzar su suerte.
-4! -Felizmente guardaba los dados en su cajita, y con una gran sonrisa recorriendo su interior comenzaba con entusiasmo su gran día
-8… vaya.. –Y cabizbaja recogía sus dados, con cierto vacío y desilusión pensando que aquel día nada bueno su sino le deparaba
Y así día tras día, su ritual cual veleta le daba sentido a su vida.
Una mañana, como habitual, encendió su ordenador, le sirvieron su café y una vez sentada se dispuso a coger su cajita de la suerte. Al abrirla, solo halló un dado.
-Y ahora, ¿qué hago? –Se preguntaba mientras en silencio observaba a su huérfano con desasosiego
-¿Lo lanzo?
Estaba contrariada, así que la cerró y dejó transcurrir el día.
Al día siguiente, lo primero que hizo al llegar fue mirar atentamente al cofre de su suerte.
-¿Lo abro? ¿seguirá en soledad?
Tras unos minutos de lucha, lo destapó, y allí estaba él esperando a ser lanzado. Lo sostuvo un rato entre sus manos mientras jugaba con él, y ¡zas! Lo lanzó al vuelo.
-5! –Y con una gran sonrisa encendió su ordenador y fue a por su café
Desde entonces sigue lanzando su mágico dado afrontando su día llena de optimismo y regocijo al obtener un seis o inferior valor.
En su mesa tenía una cajita que contenía dos dados. Las reglas del juego eran muy sencillas.
-Si sale menor o igual que 6, hoy el día me regalará buenos momentos –pensaba ella
-Si sale mayor que 6, habrá que resignarse –suspiraba mientras miraba atentamente los dados
Excitada y asustada se sentía preparada para lanzar su suerte.
-4! -Felizmente guardaba los dados en su cajita, y con una gran sonrisa recorriendo su interior comenzaba con entusiasmo su gran día
-8… vaya.. –Y cabizbaja recogía sus dados, con cierto vacío y desilusión pensando que aquel día nada bueno su sino le deparaba
Y así día tras día, su ritual cual veleta le daba sentido a su vida.
Una mañana, como habitual, encendió su ordenador, le sirvieron su café y una vez sentada se dispuso a coger su cajita de la suerte. Al abrirla, solo halló un dado.
-Y ahora, ¿qué hago? –Se preguntaba mientras en silencio observaba a su huérfano con desasosiego
-¿Lo lanzo?
Estaba contrariada, así que la cerró y dejó transcurrir el día.
Al día siguiente, lo primero que hizo al llegar fue mirar atentamente al cofre de su suerte.
-¿Lo abro? ¿seguirá en soledad?
Tras unos minutos de lucha, lo destapó, y allí estaba él esperando a ser lanzado. Lo sostuvo un rato entre sus manos mientras jugaba con él, y ¡zas! Lo lanzó al vuelo.
-5! –Y con una gran sonrisa encendió su ordenador y fue a por su café
Desde entonces sigue lanzando su mágico dado afrontando su día llena de optimismo y regocijo al obtener un seis o inferior valor.
3 comentarios:
apostemos todo al 7
un beso
:) me encanta eso de retar lo imposible
Ignoremos la trampita del destino haciendo desaparecer el segundo dado. Lo que cuenta es la apuesta por el triunfo y por el lado azul de la vida...
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