domingo, 22 de noviembre de 2009

Por un instante

Lucía acababa de pedirse un café. Estaba esperando un reencuentro con su pasado que anhelaba desde hacía mucho tiempo.

- Hola, ¿eres Lucía?
- Sí, ¿me buscas?
- Me han dejado esta nota para ti.
- ¿Quién?
- No lo sé. Una chica se ha acercado y me ha dicho que te diera esta nota. Después se ha marchado.

En ese momento supo que su pasado no volvería. Abrió la nota y en silencio se puso a leer.

Perdóname Lucía, pero no soy capaz de revivir un pasado que aún sigue vivo. Te quiero, te deseo, sigo persiguiendo el fantasma de tu recuerdo. Pero tú tienes una vida a la que vives atada y no podría soportar el sentirte tan cerca y que ni tan siquiera te pudiera acariciar. Me duele solo el hecho de saber que lo nuestro es un imposible y mi recorrido hasta aquí ha sido largo. He curado muchas heridas, pero no quiero volver a sentir que de nuevo te pierdo. Estos meses me has llenado de ilusión vana que se traduce en un nuevo desamor. Hoy, de nuevo, he sido consciente de que lo nuestro se acabó aquel día en el que decidiste seguir con tu vida y apartarme de ella. Tus promesas pasadas las creía, pero hoy no estoy dispuesta a vivir rodeada de mentiras. Esto es una condena y no estoy dispuesta a ser tu presa. Prefiero seguir viviendo de tu recuerdo, de aquel tiempo que pasamos juntas y en el que de besos y caricias alimentábamos nuestro deseo. Aquellos días en los que felices nos prometíamos sueños por compartir, en los que dibujábamos un futuro feliz. No trates de buscarme, me voy de la ciudad y mi cuenta de correo la he eliminado. Sólo, si algún día caminas sola y sientes que aquellos días aún siguen vivos en ti, llámame. Yo seguiré esperando a que vengas a mi encuentro. Pero no vengas con equipaje, permite que esa maleta la llenemos juntas sin ningún peso de partida.

Mientras te espero, seguiré alimentándome de ti en mis sueños.

Mi telef

Y justo en ese instante no pudo leer más. Un golpe de aire le arrebató la nota con tan mala suerte que fue a parar al parabrisas de un coche que circulaba por la calle. Lucía permanecía inmóvil, con sus ojos empañados y viendo como su tren de la felicidad marchaba en aquella nota. Cuánto dolor en ese instante.

Lucía aquella tarde esperaba ansiosa ese encuentro para hacer de su pasado, su presente libre.

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